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martes, 28 de diciembre de 2010

Inocentes, cándidos y puros

Los titulares de "La Voz de Minglanilla" no dejaban lugar a dudas: una nueva era había llegado al destartalado solar patrio, prometiendo un futuro luminoso y lleno de color donde las casitas eran de chocolate y se podían fumar, las sardinas corrían por el monte, las liebres se regodeaban por el proceloso mar y los ríos arrastraban copiosas cantidades de mazapán y Lacasitos.

Ataúlfo no daba crédito a las noticias, cada una de las cuales dejaba chica a la anterior:

Una enorme foto de Rajoy y Zapatero dándose un apasionado  beso de tornillo sin lengua, por aquello de que una cosa es el cariño y otra el intercambio de fluidos. Al lado, otra foto de Pepiño muy contento porque por fin se había sacado el Graduado Escolar. Maria Antonia Iglesias y Federico Jiménez Losantos paseando por la playa cogidos de la mano en animada y respetuosa conversación mientras Gallardón, a tres prudentes metros, hacía de pudorosa carabina, que ya se sabe que el hombre es fuego y la mujer estopa...

El cambio climático se había ido de vacaciones perpetuas con Al Gore, la luz bajaba un 38% + IVA, que por cierto se reducía al 12%, las tabaqueras dejaban de añadirle más mierdas adictivas al tabaco y lo dejaban sólo con las que ya trae de serie y además ponían el kilo a 2 euros. La chevecha y el Güisqui de malta del bueno a 1 leuro la botella de litro y medio. Ahora al pedir que te llenaran el depósito te lo llenaban mayormente de  gasolina y no de impuestos.

Se clausuraban los parlamentos autonómicos, sus habitantes se iban de cabeza al paro, se cerraban todos los chiringuitos partidistas y se reabrían los playeros. Los políticos decidían por unanimidad ponerse a cotizar como todo Dios para ganarse su pensión (lo de ganarse el sueldo lo dejaban para más adelante, que no es cosa de hacerlo todo a la vez). La DGT reubicaba todos los radares y los colocaba en tramos donde eran realmente necesarios y además, en caso de salir en la foto, te la mandaba cariñosamente dedicada el propio Pere Navarro.

Rub Al Kaba se convertía al budismo y repartía cervecitas por las comisarías. Leyre simplemente no salía en ninguna noticia lo cual era en sí mismo una noticia planetaria. Telecinco decidía retirar de su programación toda la telebasura y buscaba desesperadamente material con el que llenar las 23 horas y tres cuartos restantes. Wyoming fichaba por Intereconomía, los controladores aéreos no tenían ningún tipo de estrés, los dineros públicos no se dedicaban a hacer gilipolleces, los artistas de verdad seguían trabajando como siempre y los de pega dejaban de llorar y se ponían a trabajar de una puta vez.

La SGAE se convertía en una sociedad transparente, Ramoncín tomaba clases de canto, se aprendía la escala hasta el La bemol y firmaba una declaración jurada por la que se comprometía a actuar exclusivamente en su casa los domingos por la tarde y con el karaoke de la Play Station que se había bajado de Internet. Se prohibían por ley los privilegios territoriales, los diputados dejaban de cobrar si faltaban a las sesiones de forma injustificada, se reformaba la Ley Electoral de modo que el voto de todos valiese lo mismo,  y la malversación de fondos públicos se castigaba con rigor...

De repente Ataúlfo sintió que perdía la visión mientras un infernal griterío parecía salir del interior de su cabeza. Siete de la mañana.  El radio despertador vomitaba una acalorada disertación de Fede, que se ciscaba en la familia directa de María Antonia, mientras Enric Sopena y uno del PP que pasaba por allí se medían el lomo a zurriagazos.

-¡Porca miseria! - De un certero papirotazo tiró el despertador de la mesita y cerró de nuevo los ojos abandonándose a la onírica inocencia de los brazos de Morfeo...

sábado, 18 de diciembre de 2010

El júbilo de la jubilación se va de jubileo: que curre hasta los 67 su señora madre

A nuestro héroe Ataúlfo Corrochano se le atragantó el cafelito con churros mañanero tras ver los titulares de la prensa.  Había leído con estupor todos los periódicos del bar. El Pís, El Inmundo, el Abecedefegé, La Sinrazón, El Diario de Orihuela, la Hoja Parroquial, y hasta el Zás. Todos ellos sin excepción  escupían más o menos la misma noticia: a currar hasta los 67, eso sí "con factores de flexibilidad razonables", que nadie sabe qué significa exactamente, pero suena bien que te defecas por las extremidades inferiores abajo. ¡Tócate la mandanga!

Con un pañuelo de papel marca Hacendado (que no falten), limpió los tropezones de churro que se habían desparramado por la barra en el lance atragantador.  Hay que decir que al ver a su cliente favorito retorciéndose entre toses y estertores torrefacto-churreros, Pepe el camarero se había abalanzado sobre Ataúlfo para salvarle de lo que se le antojaba una muerte inminente por asfixia:

.-¡Tranqui, que te hago la maniobra Heimlich!
.-¡Vete a maniobrar a la mierda Pepe! - le espetó Ataúlfo entre tos y tos. Este tipo de escena era habitual entre ambos, así que Pepe el camarero, muy profesional él, se fue a la mierda un rato.

Más calmado y recuperada a medias la compostura, Ataúlfo sacó su Tablet PC y en cuestión de 2 minutos se curró una hoja de Excel en la que calculaba lo que le quedaría de pensión al cumplir los 67. El resultado era desolador:   45 años cotizados, y  teniendo en cuentas las desviaciones del IPC y el coeficiente aerodinámico de la madre que parió al poder ejecutivo, el  Mocosoft  Excel 2010 venía a decir que le quedaría, euro arriba o abajo, la nada desdeñable cantidad de un truño pinchado en un palo de Chupa-Chups y un esfínter anal con una dilatación suficiente para dar a luz un rorcual común de tamaño medio. ¡Magra fortuna!

Todo ello, claro está, suponiendo que hasta entonces no se quedase sin curro ni aumentasen aún más los años necesarios para tener derecho a una pensión.  

Ataúlfo decidió cerrar el Excel  y abrir el Word 2010, y en un arranque de inspiración se dejó llevar por la musa Calíope, que casualmente pasaba por allí,  escribiendo algunos versos deslabazados:


Diputados hay a cientos,
todos ellos en manada,
calentando sus asientos.
¡Qué putada mi brigada!

Secretarias, Secretarios, 
las ministras, los ministros,
las becarias, los becarios,  
y ocho fistras y ocho fistros.

Mil millones de asesores
y otros tantos consejeros
concejales, directores,
y seiscientos mil palmeros

Un sinfín de Parlamentos,
mil y un observatorios,
y una recua de jumentos
con salarios muy notorios

Y en el Senado pretenden
¡Qué pandilla de tunantes!
que los pobres no se entienden
en la lengua de Cervantes

Y un aviso al navegante
que con la Mula y el Ares
de Bisbal y Bustamante
descarga  discos a pares:

Dice la ministra Sinde
con su Ley lista en la mano,
que la "esgae"  no se rinde.
¡Y a joder al ciudadano!

Y a currar toda la vida
como todo buen currante.
Ya está todo resumido:
¡Que nos den por el talante!

Buen rollito para el Karma.
Aquí se acaba la historia.
¡Feliz estado de alarma! 
y aquí paz..¡Y después gloria!


Ataúlfo pensó por un instante en inmortalizar su obra pulsando  en "Guardar como" y de repente se percató de que el Word 2010 mejoraría mucho con un nuevo menú "Enviar"  con submenús como "A la mierda",  "Al cuerno" o "A tomar por saco"

Lástima que la tecnología ofimática aún tenga estas carencias. A ver si Bill Gates nos lo arregla en el Office 2011 Abnormal Citizen Edition 2.0, que va ser que no.








viernes, 10 de diciembre de 2010

¡Felices Saturnales!

Hoy tengo el día ñoño. No sé si será por la proximidad de la Navidad, del solsticio de invierno o de las saturnales, que al fin y al cabo son la misma cosa barnizada con diferentes tintes en función del momento histórico. Es curioso como los humanos necesitamos cerrar y abrir ciclos para exorcizarnos de nuestras miserias, que no son pocas. Se acaba el año solar y nos planteamos ir al gimnasio, dejar de fumar, retomar aquella lectura imposible o simplemente ser un poco menos cabroncetes, cosa esta última muy loable y aún más improbable.

Se termina el año y dejamos atrás el rastro de lo que hemos ido sembrando. De aquellos polvos de enero vienen estos lodos de diciembre o, más poéticamente, de aquellas simientes llegaron estas mieses con las que ahora, más o menos repleto el granero, nos planteamos pasar el crudo invierno y afrontar el "año nuevo" aunque la experiencia nos diga que los años suelen ser cualquier cosa menos nuevos.

De todos modos, digo yo que acongojaditos como estamos- es decir, con los  congojos de corbata- nos merecemos un respiro, un tiempo muerto, una breve tregua. En definitiva, un momento para pensar que todo esto, con sus pros y sus contras, merece la pena.




Desde luego,  a mí no me cabe la menor duda de que sí merece, y mucho, la pena.  Y si la merece, es porque uno mira a su alrededor y se da cuenta de que siempre hay alguien a quien hacerle un guiño. Y lo más sorprendente es que ese alguien, por alguna extraña razón  te lo devuelve en la medida en que se siente cómplice de tus cosas, de tus escasas grandezas  y de tus múltiples miserias.

Por eso, por lo que a mí respecta, pienso celebrar las saturnales, la navidad, el solsticio, o lo que sea como es debido. Porque hay gente que este año se sumó a la fiesta y aún mira el mundo con ojos muy abiertos a medio camino entre el asombro y la esperanza (besos, Helenita), porque otros encontraron nuevos rumbos laborales, porque algunos se quebraron los huesos en lances poco afortunados, porque otros (la mayoría), están envueltos en incertidumbres más o menos relevantes, porque uno hace recuento de los buenos momentos y se le escapa la risa recordando momentos memorables bajo la lluvia o en una playa a las tantas (nada de sexo, que nadie se confunda), ... porque sé a ciencia cierta que algunas sacarán a relucir sus "santos ovarios" porque nada se les pone por delante...

Arrieritos somos y en el caminito estamos, porque para ello no necesitamos  encontrarnos.

¡Felices saturnales!

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Ataúlfo Corrochano reloaded: la resistencia terrestre frente al caos aéreo

El vuelo salía a las 19:45. Nuestro héroe sabía perfectamente que en materia de aeropuertos no se puede funcionar con improvisaciones. Por ello, con puntualidad de Lord inglés fundamentalista, Ataúlfo se presentó en la cola de facturación de Piltrafilla Airlines con tres horas y 2 minutos de antelación. Había adquirido el billete dos meses atrás por el módico precio de 48,50 euros ida y vuelta para hacer el  trayecto Barajas - Jacarandal de la Babilla y pasar el largo puente estudiando el comportamiento de la gallineta común, muy abundante en la zona. Las gallinetas - y más las comunes - eran otra de las grandes pasiones de Ataúlfo.

Jacarandal de la Babilla había ganado muchos enteros desde la apertura de su flamante aeródromo, que ya movía más de siete viajeros semanales. Incluso en una ocasión llegó a haber una cola de tres personas en el Duty Free, donde se daba salida a los tapetes de ganchillo que confeccionaban los controladores para aliviar el stress en sus tiempos muertos. Optimización de recursos lo llamaban.

Tras poco más de 20 minutos, su equipaje ya estaba facturado, por lo que decidió darse una vuelta por la enorme terminal. Ataúlfo había leído por alguna parte acerca de una leyenda urbana que decía que en una ocasión, un viajero llamado Johann Van Huygens se perdió en el intrincado laberinto y nunca más volvió al mundo de los vivos.  Desde entonces, son muchos los que aseguran que vaga errante por los desagües atormentando a los viajeros que osan aliviarse en la fría soledad de los WC. Así se forjó la leyenda del holandés aerofágico errante. Otros, de forma menos poética,  cuentan que apareció en coma etílico tirado en un lavabo tras haber escrito con su propia sangre "Que os den" en el espejo cuando llevaba 72 horas esperando el embarque. A saber...

De pronto, la megafonía vomitó un inquietante aviso a navegantes:

"Señores viajeros, por razones técnicas desde este momento queda cerrado el espacio aéreo. Permanezcan atentos"

.-¿Permanezcan atentos?, ¡Jodeeeer! ¿Atentos a qué? ¡Ay Diooooooos.... - Ataúlfo sintió un sudor frío que recorría su espalda en imparable descenso, en parte por la gravedad de la situación y en buena medida también, por la gravedad terrestre que parecía ser lo único que seguía haciendo su trabajo contra viento y marea. Trató de calmarse, y decidió que iría a refugiarse en la ventanilla de Piltrafilla Airlines, que al fin y al cabo, era a quien había  confiado su equipaje y su equipo de observación de gallinetas.

Según se iba acercando, observó que todos los mostradores de facturación estaban colapsados y los viajeros más avezados habían comenzado a montar elaboradísimos campamentos donde hacerse fuertes ante el asedio que se avecinaba. Incluso le pareció ver que algunos llevaban sus propios generadores eléctricos y letrinas de campaña - la experiencia sin duda es madre - o al menos madrastra- de la ciencia-.

Ataúlfo abrió su equipaje de mano  para hacer recuento de la munición con la que contaba: un supermóvil con conexión a internet y repleto de música, juegos y pelis con su correspondiente batería de repuesto. Un cargador. Su cartera, con suficiente dinero y tarjetas de crédito para resistir lo que hiciera falta. Un cartón de tabaco, chicles de clorofila para mantener el aliento fresco y el último número de "Gallineta's Magazine".

Ataúlfo se hizo fuerte entre dos jardineras y una cabina de teléfono, a escasos metros del WC más próximo y justo enfrente de la cafetería. Y sonriendo  de nuevo, se sintió como Viriato, dispuesto a defender la plaza al precio que hubiera que pagar mientras pensaba que no hay nada como ir a la guerra bien provisto de munición.

Las gallinetas tendrían que esperar...

viernes, 3 de diciembre de 2010

El espacio aéreo y la madre que lo parió

Súbitamente, los controladores aéreos se ponen malísimos que te pasas debido al estrés que, lógicamente les impide hacer su ya de por sí desagradecida y mal pagada labor.  Uno no puede dejar de pensar que en tiempos de zozobra e incertidumbre como los que corren - en realidad todos los tiempos han sido de zozobra e incertidumbre, pero bueno...-   lo mismo es una actitud pelín incoherente, insolidaria, incomprensible, inadmisible,  y todos los "in" que se quieran mentar, incluyendo el in-fantil.

Ya se sabe que el argumento esgrimido cuando se cuestiona su privilegiada situación es el manido "¡Ah! ¡Haber elegido muerte!". Es lo que tiene generar situaciones de privilegio tan extremas. En este país hay mucha gente tanto o más cualificada en sus respectivos  ámbitos profesionales y realizando trabajos infinitamente peor remunerados, que mira tú por donde no se dedican a secuestrar al resto del paisanaje cada vez que les da el flato. Si Nino Bravo levantase la cabeza, tendría que cambiarle la letra a la coplilla aquella:  "Libre como el ave que escapó de su prisión y puede al fin volar..."  y añadirle un sonoro  "... ¡Y una mierda!".

Va siendo hora de reflexionar un poco sobre la sociedad que hemos construido sobre la base de la democracia que, aun siendo el mejor de los sistemas conocidos, es evidente que  hace aguas por bastantes sitios:  una Ley Electoral más que discutible y que ha dado sobradas muestras de ser poco equitativa, una estructura sindical demasiado aposentada en la dependencia económica del gobierno de turno, un sistema financiero que hace ya tiempo que se ha erigido en verdadero órgano de poder  favorecido hasta la náusea a costa de las arcas públicas, un clientelismo político que raya, si es que no sobrepasa, la barrera de lo indecente, una perversión del derecho de huelga como la que estamos viviendo...

Vivimos en un país de desigualdades por mucho que se empeñen en vendernos  lo contrario. Y buena parte de ellas vienen de mucho antes de la Guerra Civil,  aunque bien es cierto que  se han visto sublimadas durante cuarenta años de dictadura infame que aún seguimos pagando aunque el dictador lleve 35 años en la tumba.  Y lo seguimos pagando porque, entre otras cosas, nuestros políticos se empeñan en seguir enfrentándonos instalados en su permanente "conmigo o contra mí", porque seguimos teniendo un país profundamente fragmentado en castas, algunas muy antiguas y otras de nuevo cuño nacidas al socaire de los nuevos vientos,  porque ni siquiera tenemos leyes iguales para todos, porque se muere tu padre  y según de donde seas te sale gratis o por un ojo de la cara, porque seguimos empeñados en simplificar las cosas al extremo de que o se es matacuras o se es fascista rematado.

Y tal vez, sólo tal vez, las cosas no sean tan simplonas y la inmensa mayoría sólo deseemos un poco de cordura y de respeto. De cordura para agarrar nuestra historia por los huevos para ver si de una vez acabamos de comprenderla. De respeto porque para mí tengo que  muchos, quizá la mayoría,  estamos muy  hartos de que nos tomen por imbéciles.

Salud y trabajo, hermanos. Al menos  para el que pueda.